28.7.09

Uno dos tres cuatro cinco seis siete días. Y otras tantas veces Montag salió de la casa y Clarisse estaba alli, en alguna parte del mundo. Una vez vio cómo sacudía un castaño; otra vez vió como tejía una chaqueta azul, sentada en el jardin; tres o cuatro veces encontró un ramillete de flores tardías en el porche, o un puñado de nueces en un saquito, o algunas hojas otoñales sujetas cuidadosamente con alfileres a una hoja de papel blanco y clavadas en la puerta. Todos los días Clarisse lo acompañó hasta la esquina. Un día estaba lloviendo; el día siguiente era sereno y tibio, y el siguiente como una fragua de verano, y el rostro de Clarisse parecía arrebatado por el sol de las ultimas horas de la tarde.
- ¿Por qué- Preguntó Montag una vez a la entrada del tren subterráneo- me parece que te conozco desde hace tanto tiempo?
- Por que le gusto - respondió Clarisse -, y no le pido nada. Y por que nos conocemos
- Me haces sentir muy viejo, y muy como un padre.
- Expliqueme - dijo Clarisse-. ¿Por qué no ha tenido hijas como yo si tanto le gustan los niños?
- No sé.
- ¡Bromea!
- Quiero decir... - Montag calló y sacudió la cabeza-. Bueno, mi mujer, ella... nunca quiso tener hijos.
Clarisse dejó de sonreir.
- Lo siento. Creí realmente que estaba burlándose de mi. Soy una tonta.
- No.No - dijo Montag-. La pregunta estaba bien. Desde hace tiempo nadie se interesa nisiquiera en preguntar. Estaba bien.
- Hablemos de otra cosa. ¿Ha olido hojas viejas? ¿No huelen a canela? Tome. Huela.
- Pero si, parece canela.
Clarisse lo miró con sus claros ojos oscuros.
- Todo le sorprende.
- Es que nunca tuve tiempo de...
-¿Miró los grandes anuncios como le dije?
Montag tuve que reirse. - Creo que sí. Sí.
-La risa de usted es mas agradable ahora.
-¿De veras?
-Más facil.
Montag se sintió cómodo y descansado.
-¿Por qué no estás en la escuela? Parece que vagaras todo el día.
- Oh, no dejan de vigilarme - dijo Clarisse-. Dicen que soy insociable. No me mezclo con la gente. Es raro. Soy muy sociable realmente. Todo depende de lo que se entienda por social, ¿no es cierto? Para mi ser social significa hablar con usted de cosas como estas.-Hizo sonar unas castañas que habían caído del árbol en el jardin. - O hablar de lo curioso que es el mundo. Me gusta la gente. Pero no creo que ser social sea reunir un montón de gente y luego prohibirles hablar, ¿no es cierto? Una hora de clase TV, otra de béisbol o baloncesto o carreras, otra de transcripciones históricas o pintura, y más deportes. En fin, ya sabe cómo es eso. Nunca hacemos preguntas, o por lo menos casi nadie las hace. Las preguntas no las hacen a nosotros, bing, bing, bing, y así esperamos, sentados, a que pasen las cuatro horas de lecciones filmadas. No creo que eso pueda llamarse ser sociable. Es como mirar muchas cañerías de las que sale agua, mientras ellos quieren hacernos creer que es vino. Al fin del día han acabado de tal modo con nosotros que sólo nos queda irnos a la cama, o a un parque de diversiones, y asustar a la gente, o romper vidrios en la Casa de Romper vidrios, o destrozar coches en el Parque de Destrozar Coches con los proyectiles de acero. O salir en automóvil y correr por las calles tratando de ver hasta dónde podemos acercarnos a los faroles. Aceptemos que soy todo lo que dicen. Muy bien. No tengo amigos. Eso supondría que soy anormal. Pero todos los que conozco se pasan las horas gritando o bailando, o golpeando a algun otro. ¿Ha notado cómo todos tratan de hacerse daño?
- Hablas como una vieja.
- A veces soy vieja. Tengo miedo de las personas de mi edad. Se matan unos a otros. ¿Fué siempre así? Mi tío dice que no. El año pasado mataron a balazos a seis de mis amigos. Otros diez murieron destrozando automóviles. Les tengo miedo, y no les gusto porque tengo
miedo. Mi tío dice que su abuelo recordaba una época en que los muchachos no se mataban entre sí. Pero eso fue hace mucho tiempo, cuando todo era diferente. Creían en la responsabilidad, dice mi tío. ¿Sabe? Yo soy responsable. Me zurraban en mi casa cuando era necesario, años atras. Y hago todas las compras, y la limpieza de la casa a mano... Pero sobre todo me gusta observar a la gente. A veces me paso el día en el tren subterráneo, y miro y escucho a la gente. Me gusta imaginar quiénes son y qué hacen y a dónde van. A veces hasta voy a los parques de diversiones y me subo a los automóviles de reaccion cuando corren por los suburbios a medianoche y a los policías no les importa contal que la gente esté asegurada. Con tal que tenga una póliza de diez mil, todos contentos. A veces me escurro por ahí y escucho en los subterráneos. O en los bares de bebidas sin alcohol. ¿Y sabe una cosa?
- ¿Qué?
- La gente no habla de nada.
- Oh, tienen que hablar de algo.
- No, no, de nada. Citan automóviles, ropas, piscinas, y dicen ¡Qué bien! Pero repiten lo mismo, y nadie dice nada diferente, y la mayor parte del tiempo, en los cafes, hacen funcionar los gramófonos automáticos de chistes, y escuchan chistes viejos, o encienden la pared musical y las formas coloreadas se mueven para arriba y para abajo, pero son sólo figuras de color abstractas. ¿Ha estado en los museos? Todo es abstracto. Mi tío dice que antes era distinto. Hace mucho tiempo los cuadros decian cosas, y hasta representaban gente.
- Tu tío dice, tu tío dice. Tu tío debe de ser un hombre notable.
- Lo es. Lo es de veras. Bueno, ahora tengo que irme. Adiós Montag.
- Adiós.
- Adiós.

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